El olor característico del sudor y la sangre humana y los hábitos propios de los meses estivales: la utilización de prendas de vestir ligeras y que dejan al descubierto grandes superficies del cuerpo, dormir con las ventanas abiertas y en ocasiones destapados, las vacaciones y las frecuentes excursiones al aire libre predisponen a sufrir picaduras.
Los repelentes de insectos representan la mejor arma para prevenir las picaduras. En la mayoría de los casos las picaduras únicamente causan molestias locales, pero también pueden producir trastornos alérgicos generalizados (1-2%), en función de la sensibilidad de cada persona. Además, el uso adecuado de estos repelentes representa el mejor método profiláctico en enfermedades que se transmiten a través de la picadura de insectos vectores: paludismo, dengue, fiebre amarilla, leishmaniasis, enfermedad del sueño, enfermedad de Chagas, enfermedad de Lyme, peste bubónica, sarna, etc.